¿OBRA NUEVA O UNA VIVIENDA DE SEGUNDA MANO?

A la hora de adquirir una vivienda en propiedad, quizás una de las primeras cosas que se plantean es si preferimos obra nueva o segunda mano.

Cada una de estas opciones tiene sus ventajas y sus inconvenientes, algunas de ellas están claras:

Presupuesto: obviamente, comprar una vivienda de nueva construcción es más caro. La compra de una vivienda existente supone un ahorro de aproximadamente un 20% por m2, según comunidad y zona o distrito dentro de la misma.

Plazo de entrega: normalmente la compra de una casa de nueva promoción se realiza sobre plano y, hay que esperar a que se finalice la obra.

Ubicación: los barrios céntricos y por tanto, ya consolidados, no tienen espacios donde levantar nuevos edificios, las nuevas promociones se localizan a las afueras, en barrios periféricos, en los que no se pueden encontrar todos los servicios e infraestructuras. Al tiempo que, supone una inversión de tiempo y gasolina en desplazamientos.

Desde el punto de vista de la inversión: una vivienda de segunda mano, ubicada en buena zona y reformada (o lo que coloquialmente se dice, “lavado de cara”), siempre supone una mejor inversión tanto para alquilar como para volver a vender.

A parte de estos puntos destacables sin duda, existen otros que queremos poner en relevancia en este artículo. Y es el hecho de que, nuestro parque edificatorio forma parte del patrimonio de nuestra ciudad y somos los ciudadanos los responsables de su conservación. De ello depende en gran medida la imagen de nuestro paisaje urbano. ¿Verdad que nos gusta caminar por nuestro barrio y ver edificios bien conservados? Menospreciar los edificios privados de viviendas por el hecho de que se van degradando por el paso del tiempo, por estar expuestos a las inclemencias meteorológicas y por el uso al que se someten, o porque su arquitectura no se rige por las tendencias del momento, es un absoluto despilfarro.

Si nos planteamos la repercusión ambiental del sector de la construcción a la hora de comprar una vivienda, debemos pensar en que para construir nuestra casa  se han necesitado del orden de 2 toneladas de materias primas por cada metro cuadrado (procesos de fabricación, agotamiento de recursos naturales…), que el consumos energético es brutal, aproximadamente un tercio del consumo energético de una familia durante 50 años, que la construcción es uno de los sectores que más residuos y emisiones atmosféricas (procedentes de la demolición, la excavación, el propio proceso constructivo) produce, que además el sector de la construcción implica gran cantidad de transportes y desplazamientos, otro de los aspectos más dañinos para el medio ambiente derivados de la actividad humana, que la ampliación del parque edificatorio implica la construcción de infraestructuras y vías de comunicación, etc., etc., etc..

La reforma interior de viviendas y la rehabilitación de los edificios antiguos, promueve el aprovechamiento de los recursos existentes (ocupación de terreno, cimentación o estructura, parte de la tabiquería), regenera y mantiene nuestro patrimonio, también desde el punto de vista del ahorro energético al hacer las viviendas más eficientes y reduciendo así las emisiones de CO2 a la atmósfera, a nivel social y económico, dinamiza la economía local y ofrece un modelo económico más sólido, permanente, regular y viable para la sociedad.

Evidentemente las razones y circunstancias personales son determinantes a la hora de elegir una vivienda en propiedad, absolutamente respetables, no obstante, cuántos más aspectos y condiciones tengamos en cuenta, mejor criterio de selección tendremos.

¿Qué hubiese pasado si por ejemplo, en nuestra ciudad, Valencia, no se hubiese optado por la regeneración de barrios como Ruzafa o El Carmen?