No vamos a descubrir nada nuevo, no vamos a ser futurólogos ni muchísimo menos, vamos a crear falsa expectativas. Lo que sí está claro es que, nos encontramos en un punto de inflexión en la historia.

El COVID-19 aparecerá en los libros de historia. La pregunta es, ¿realmente va a cambiar nuestra filosofía de vida este microorganismo?, sinceramente, ni idea.

Hay cosas que sí están demostradas, como por ejemplo, que el confinamiento social y la minimización de la actividad en general, han supuesto una reducción  de la contaminación y que es el planeta, la naturaleza, la principal beneficiaria de esta pandemia.

No hay que olvidar que el cambio climático ya era un frente abierto mucho antes de que llegase el coronavirus y que ahora, una vez superemos la crisis sanitaria, todos deberíamos ser -tomando las opiniones más positivas- más solidarios, cooperativos, conscientes  y un largo etcétera de valores que se han de priorizar a partir de ahora (no lo digo yo, lo han manifestado muchos historiadores, escritores, sociólogos, filósofos y otros personajes públicos en diferentes medios de comunicación y redes sociales durante estos días).

Ser más solidarios con el medio ambiente, además de seleccionando y separando nuestros residuos, depositándolos en el contenedor correspondiente, se puede demostrar también con pequeños gestos y hábitos de consumo y de vida más eficientes y respetuosos.

A continuación os recordamos algunos de estos gestos que, además de reducir el consumo energético, reducirán también nuestras facturas de suministros:

Cuando hablamos de un edificio existente o de una vivienda de segunda mano, evidentemente no vamos a poder elegir la orientación-salvo que estés ahora mismo en proceso de búsqueda y la orientación de las fachadas de tu futura vivienda esté en la lista de requisitos-pero lo que sí podemos hacer es tomar medidas de corrección o de mantenimiento para minimizar los efectos de esa orientación.

Nos podemos asegurar de que nuestras ventanas y puertas exteriores estén correctamente selladas ya que, ello favorecerá el hecho de mantener el aire fresco en verano dentro de nuestro hogar y el calor en invierno.  Hay soluciones fáciles y económicas que podemos realizar nosotros mismos para reducir la transmisión térmica que producen las carpinterías, sobre todo si son antiguas. Sellar la junta entre la fábrica y la carpintería con un cordón de masilla o silicona, instalar burletes en las juntas entre marco y hoja de la propia ventana, rellenar los huecos de las persianas con aislantes térmicos son trabajos que mejoraran el aislamiento térmico de nuestra vivienda.

Por ejemplo, elegir cortinas más tupidas  y  cerrarlas durante el verano, en huecos que tengan una gran exposición solar reducirá el aumento de calor considerablemente. Y en invierno debemos hacer lo contrario, elegir cortinas más ligeras, de manera que se producirá el efecto contrario.

También es muy importante aprovechar la ventilación natural cruzada de las viviendas. Cuando una vivienda está bien ventilada se favorece el control térmico y de humedad, reduciendo los gastos para la climatización de los espacios y además, mejoraremos la calidad del aire reduciendo la concentración de microoganismos nocivos para la salud, olores y gases tóxicos.

Otra posibilidad es un ventilador, que además de quedar fenomenal, puede hacer que retrasemos la puesta en marca de nuestra máquina de aire acondicionado. La generación de corriente de aire en días calurosos puede hacer descender la temperatura hasta 4⁰C (energía que no se reflejará en nuestra factura). En invierno, cambiando la dirección de giro de las aspas puedes hacer que el aire caliente ascienda manteniendo la temperatura.

Además podemos mantener los termostatos en las temperaturas de confort recomendadas. El IDEA (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía) recomienda que el termostato apunte a 20-21ºC pero solo cuando hay alguien en el hogar. Tanto durante la noche como cuando la casa está vacía, conviene bajar la temperatura (15-17ºC).

No hay que olvidar el mantenimiento y limpieza de los filtros, bobinas o rejillas de los aparatos de climatización. Unos filtros obstruidos y sucios bloquean el flujo normal de aire y reducen la eficiencia del sistema de forma significativa. Con el mantenimiento de estos elementos se puede reducir el consumo de energía del aire acondicionado entre un 5% a un 15%.

La luz también es un factor clave en un hogar. Hay que aprovechar al máximo las horas de so

l y también un hábito que debería ser natural es el acto de apagar una lámpara antes de encender otra. Por otro lado, y algo que actualmente también está bastante implantado es el uso de bombillas LED, ahorrando energía y dinero a largo plazo.

Desde el punto de vista del ahorro de electricidad también hay que tener en cuenta que muchos de los aparatos que habitualmente utilizamos mientras están conectados a la red están consumiendo energía. Ordenadores, televisiones, electrodomésticos… hacen aumentar el coste de la factura aun cuando están en modo stanby (Algunos expertos apuntan que mantener los aparatos electrónicos conectados a la red mientras no los estamos utilizando  pueden suponer un 10% de consumo eléctrico de una persona promedio). Por tanto lo más recomendable es el desenchufado del aparato cuando no lo estamos utilizando y como esto puede ser un poco molesto una idea puede ser la de utilizar regletas multicontacto, así podremos apagar varios equipos a la vez.

Hasta aquí consejos que no requieren grandes inversiones ni de dinero ni de tiempo, no obstante, hábitos que podemos incorporar a nuestra vida cotidiana, y que además son totalmente independientes a circunstancias como si la vivienda es propia o es arrendada, si vas a estar mucho o poco tiempo ahí viviendo, que no importa si la casa en más grande o más pequeña, si vives en un pueblo o en la ciudad, en la montaña o en la playa. Siempre podemos ayudar a que nuestra actividad tenga el menor impacto posible sobre el ambiente sólo incorporando estas costumbres al igual que nos lavamos los dientes después de comer.